sábado, 29 de enero de 2011

... era de noche y sin embargo llovía, los ladrones penetraron en el bosque y el capitán cagao de miedo dijo: cuenta un cuento Pepe. Pepe contó aquel cuento que tan bien sabía, pero que tan mal contaba: era de noche y sin embargo lloví...

Perdonar la tardanza, pero desde que por motivos de trabajo anduve enredada con la cúspide provinciana pepera ando noqueada. Es una falta de aire, un asma histórico el que agarré en Fitur, que ni con las friegas de Bruno se me van.

Ya no es que el tiempo a Mandanga se la traiga floja, que esté estancado en la eternidad, lo peor es la continua pesadilla en que vivimos. Desde el 19 de enero no sé si nuestro destino en lo universal lo rige la Constitución de 1876 o la de 1978, si es Sagasta el presidente o Casper de la Moncloa, si el próximo que venga será Cánovas o Mariano. Da escalofríos pensar que después de más de un siglo siguen las mismas formas de entender la cosa pública que en la época de nuestros tatarabuelos, y que el ‘cesante’ sigue igual de actual como en la administración decimonónica.

Zona vip del estand de una provincia andaluza. Varios alcaldes, alcaldesas, concejales de turismo, jefes de prensa, diputados y directivos de empresas afines al nuevo “turno de partido” toman vino tinto, jamón, queso de cabra frito y bandejas de canapés sin miseria (ya hay que tener mal gusto atiborrarse con el Grupo Arturo). El ambiente es distendido con notas de color que van desde la euforia sostenida a la euforia sin contención, de vez en cuando se desliza entre ellos algunas almas en pena, pertenecen a la facción presumiblemente perdedora, cogen un lasca de jamón, le ríen las gracias a los presumiblemente ganadores y desaparecen. Esta camarilla no necesita abuela, a la primera que pueden te sueltan su vocación altruista de entrega al ciudadano, todos sin excepción interpretan la versión casposa de Caballero sin espada. Son personas versátiles, al mismo tiempo que derrochan abnegación por lo público mantienen conversaciones de altas miras idealistas: reparto de Consejerías, Diputaciones, Direcciones generales, Consejos de Administración…; no hay puesto despreciable, aunque sea de supervisor de Churrerías Locales, que no tenga ya un sustituto del cesante. De los empresarios asistentes sólo comentar que tenían los ojos como el tío Gilito y la perspectiva de una máquina registradora.

Cansados con el prorrateo del Estado, al final del día decidieron irse de putas. A mí que se vayan de putas me parece correcto, al fin y al cabo les une la vocación de servicio, y es una profesión tan digna como la de político o magistrado del Tribunal Constitucional o consejero delegado del Banco Santander o publicitario o director de SGAE, siempre y cuando se lo paguen de su bolsillo y no por cuenta de la partida de Fitur. Un déjà vu del que nunca saldremos.



martes, 18 de enero de 2011

Donde se demuestra que Mandanga está fuera de la dimensión temporal


La preocupación por el paso del ‘tiempo’, no entra en las cuatro neurosis que moldean y activan mi existencia. Al contrario que Cioran, no me asomo a su ‘abismo’; seré franca: me importa una higa. Solo presto atención cuando me viene a la memoria la cita de Unamuno: “Espera, que sólo el que espera vive; pero teme el día en que se te conviertan en recuerdo las esperanzas”. Debe de ser esa querencia por las frases redondas, teñidas de desaliento y que tan bien se complementaban, hasta hace dos días, con el humo de un cigarrillo o con los humos más lejanos, desgraciadamente, de Thomas de Quincey.

Ayer a eso de las diez de la noche, leyendo la prensa en un fumadero ilegal (omito el nombre por razones obvias), el titular de una noticia despertó mi interés, siempre teórico, por el tema en cuestión. Cada escuela filosófica ha abordado ‘El tiempo’ desde diversos puntos de vista: es o no medida del movimiento; la medida se halla “fuera” o “dentro” del alma; hay un tiempo cósmico distinto del tiempo vivido; ¿es una concepción teológica, física, psicológica?; es el largo recuerdo de lo que pasó y la larga espera de lo que vendrá. Cuantos intentan definirlo se vuelven tarumbas: que si “fue”, que si es un “ahora” que no es, que si es un “será” que todavía no es; es fundamento de objetividad; es relativo y tetradimensional; es irreversible, es…

En fin, como diría José Antonio Marina, es un asunto “poliédrico”, del cual aquí nos encontramos a salvo, más bien estancados en la eternidad. Si tomamos como medida el transcurrir de la Justicia, obtenemos la prueba irrefutable de que Mandanga está fuera de la dimensión temporal. Después de dieciséis años —entre archivos, condenas, apelaciones, vuelta a condenar, vuelta a apelar…— el Tribunal Supremo ha condenado a ocho meses de prisión e inhabilitación especial a Alfredo Sáenz, mano derecha, izquierda y culo de Emilio Botín por acusación falsa y estafa procesal (qué se sepa). El consejero delegado del Santander ha demostrado cumplir con la condición que el mismo exige a todo banquero que se precie: tener un alto “instinto criminal”. Sáenz puede seguir de número dos Inmune, para cuando resuelva el Tribunal Constitucional sobre la inhabilitación y dicte sentencia, el “instinto criminal” estará criando malvas. Además para mayor tranquilidad cuenta con Miguel Ángel Fernández Ordóñez, el guardián de la honorabilidad y de la buena conducta bancaria, el hombre florero que mejor entiende del significado evanescente del tiempo. Así que tranquilo Sáenz, tú a seguir con tus trapicheos, que esto es Mandanga.

viernes, 14 de enero de 2011

"Cuando seas padre comerás huevos"


“Cuando seas padre comerás huevos”. Descriptiva y aparentemente anacrónica frase mandanga que rebela el inflexible organigrama familiar, además de las esperanzas que todo macho pone desde su más tierna infancia en alcanzar tan aventajada posición, para una vez en ella no dejar huevo sin engullir. Y mientras los engullen, orgullosos la repiten a una prole que le mira con las babas goteándoles en la comisura de los labios y la hiel a punto de saltar.

En la actualidad los huevos a no ser que te los comas a ‘la espuma chorra bañado de esencia de Beluga’ están al alcance de cualquiera, pero la metáfora sigue vigente; sólo hay que sustituir huevos como bien escaso por trabajo y padre por presidente de gobierno, y la tenemos en todo su esplendor, sin haber perdido la frescura de antaño.

Una vez que los presidentes pasan a ser ex, hay un no sé qué, una especie de incapacidad traumática que los imposibilitan para ejercer sus antiguas profesiones. Sospecho que no tienen hartura de huevos, y aunque estén empachados quieren más; como el desempleado que a pesar de haber superado la maldición bíblica de "te ganarás el pan con el sudor de la frente", se empecinan en no ser felices y seguir buscando trabajo. José María Aznar, el mejor presidente de la democracia de Mandanga (según los pperianos), y Felipe González, el mejor presidente de la democracia de Mandanga (según los psoerianos), manchados con las inmundicias de Irak y el GAL, entre otras, con gran altruismo han ofrecido sus valiosas agendas, sus dotes de estadistas y sus experiencias a Endesa y Gas Natural Fenosa; empresas en las que participaron activamente en los procesos de privatización. Cómo se van a perder tales conocimientos, sería un derroche del que no se recuperaría el país, un desperdicio de habilidades.

La vocación de servicio al pueblo de Aznar y González ha sido premiada por dios concediéndoles el paraíso de 200.000 y 126.500 euros anuales; y ha castigado en la segunda cornisa del purgatorio a cuatro millones y medio de parados por envidiosos y mal conformar, que en contra de la novedosa opinión del infalible Benedicto XVI tiene un lugar físico: Mandanga.

martes, 11 de enero de 2011

Los clientes pasivos exigimos una ley que garantice espacios libres de familias


En El pensamiento salvaje, Claude Lévi-Strauss escribe que “no existen pueblos infantiles, todos son adultos”. Cada vez que podía, ya fuera en sus escritos o cuando le entrevistaban, insistía en la falacia paternalista occidental de llevar a los supuestos pueblos primitivos el Santo Grial del progreso. Para el antropólogo ninguna sociedad, ninguna civilización, ningún grupo tiene derecho, aunque lo disfracen de falso evolucionismo, de imponer su forma de pensar y actuar.

Hace ya tiempo que estos hombres y mujeres de pretendida superioridad moral e intelectual se quedaron sin civilizaciones atrasadas que salvar de la ignorancia: las tenemos aquí. Unos han venido a buscarse las habichuelas, siguiendo la constante histórica de los flujos migratorios, y otros como el Chino-Li vienen a colonizarnos, cual lagarto de V. Cuestión del permanente retorno. Así, al quedárseles la Tierra pequeña, los seres de Luz no han tenido más remedio que practicar la vocación redentora con los súbditos de toda la vida, mala suerte, nos ha tocado. Ahora somos los fumadores, el pueblo infantil y sin formación al que hay que reeducar con el mantra de lo saludable. Si tuvieran una pizca de visión nos dejarían en paz, muchos nos quedaríamos a las puertas de cobrar las pensiones, y problema demográfico resuelto. Nada nos pertenece, la salud, los vicios y los placeres los regula el Estado. La esfera privada se va encogiendo hasta quedarse reducida a unas cuantas pajas bajo el edredón, y eso si no le da al Gran Hermano, Alfredo Pérez Bubacalva, por meterse debajo. Hubiera bastado una ley del apartheid para bares, restaurante y hoteles; pero no son personas de medias tintas, como todos los dominados por el ansia del poder prefieren exterminar que tolerar.

Cuando la idiocia manda sus actuaciones suelen convertirse, por decirlo finamente, en hilarantes paradojas. Los bares esos lugares donde no podían entrar los padres temerosos de que sus retoños pillaran un enfisema pulmonar, se han convertido en guarderías alcohólicas libres de humos. Que reconfortante experiencia viví el domingo, observar que nada cambia en cuestiones de drogodependencia, que nuevas generaciones de mandangos aferrados a la botella se están formando a marchas forzadas. Mesas abigarradas de familias trajinándose raciones de patatas bravas, gambas al ajillo y chorizo picante de León, mientras corrían niños, vino y cañas sin respeto por el cliente pasivo. Lo mejor era cuando los progenitores se iban a la calle a fumarse el pitillo y dejaban a los zagales libres para incordiar y beber lo que tuvieran a mano. Los tres o cuatro despistados nos quedamos petrificados mirando el futuro de la nación. No hizo falta hablar, éramos conscientes de que al menos que fuera inevitable, nunca volveríamos a pisar suelo sagrado.

martes, 4 de enero de 2011

2011, el año de la felicidad sostenible



Él no ha hecho nada, qué puede hacer un tiempo que aún no ha trascurrido. Querámoslo o no el futuro siempre se encuentra al margen de los acontecimientos, son los sucesos humanos los que se acoplan a la secuencia temporal. El 2011 apenas asomaba la pata por debajo de la puerta y ya era el lobo feroz con el San Benito colgado de la desesperanza. Desde que acabó la Navidad y comencé los preparativos de la Nochevieja, dónde fuera me he topado con gente abatida. El mercado de la calle Potosí, templo de la opulencia gastronómica y de la mayor concentración de abrigos de visón frente a los puestos de encurtidos, parecía el inframundo, ¡qué desesperación no tendrían los tenderos, que por primera vez el carnicero me invitó a dooos copas de sidra y a jamón de jabugo sin miserias!

Pero son en las amigas donde he encontrado los dos síntomas más representativos de la desesperanza. En noche tan señalada y en contra de la tradición de los últimos tres años ninguna fue a la fiesta con ‘bragas rojas’, cosa que es de agradecer porque en las anteriores ocasiones cuando me encontraba en el cuarto de baño a mis cosillas, ahí que aparecían en comandita y con la excusa de enseñarlas, entre grandes risas, acaban con mis cosillas sin ningún tipo de consideración por la propiedad privada. La otra señal del ambiente decaído fue que no se acordaron de echar en la copa de cava el ‘anillo de la suerte’, este detalle es más importante que el de las bragas, porque llevo perdidos desde que se puso esta moda varios anillos que heredé de mi abuela.

En estos días hables con quién hables, leas lo que leas, oigas lo que oigas, todo está impregnado de desesperanza: el paro, la tarifa eléctrica, el gas, el agua, los billetes de tren, los alimentos, las autopistas… siguen subiendo; las pensiones, el ahorro, el cheque bebé, la limosna de los 426 euros, los fondos para la ley de Dependencia… siguen bajando o se han esfumado; Belén Esteban ha sido portada de la revista semanal de El País (para lo que ha quedado, qué lastimica); y el faro, luz y guía de la televisión progresista ha pasado a ser el canal del bodrio por el bien económico de Juan Luis Cebrián. Y la verdad, no entiendo a qué viene tanta agonía, hoy a cuatro de enero me siento pletórica de optimismo, y no por mimetismo con el Estadista de la Moncloa ni por los efluvios de mis cosillas. ¡No!, estoy esperanzada porque el INE junto con el Observatorio de la Sostenibilidad y el Club de Roma (no se rían, por favor, que va en serio) trabajan en la búsqueda de indicadores que midan nuestra felicidad, quieren buscar una nueva dimensión de la calidad de vida ya que la actual hace aguas. Para ello contamos con dos figuras egregias: Mariano Gómez del Moral, asesor de presidencia del INE y coordinador de tan esperpéntica iniciativa transnacional desde Bruselas, centro europeo del mejillón y del cobro de dietas; y Luis Jiménez, director del Observatorio Feliz, con la epicúrea misión durante el 2011 de tomar “la temperatura del bienestar”.

No sé si este par de berzas nos traerá la huidiza felicidad, pero a mandanga no hay quién les gane.