viernes, 20 de mayo de 2011

Extravíos de la razón política

Da vergüenza el movimiento reptante de los partidos políticos ante los acampados en Sol. Así, tenemos a la izquierda que vende sus referencias ideológicas por un plato de marca publicitaria, como si fuera una maleta de Louis Vuitton, diciendo las mayores soplapolleces; un ejemplo, el cabeza hueca de Tomás Gómez manifiesta en un mitin “su simpatía por los antisistemas”. ¡Sabrá el merluzo algo, aunque sea poco, de la teoría y praxis del socialismo por el que presenta su candidatura! Su analfabetismo es de leyenda.

¿Y la derecha súper centrada? Calla cual puta, con ella no va el tema, vamos qué ni existe; los cobardes envían a sus voceros para que den la cara por ellos y de paso infectar a la opinión pública con el virus de la suspicacia. Leemos y oímos las cantinelas de siempre: que está el PSOE detrás, que la mano de Rubalcaba mece la cuna, que a quién beneficia, que son jóvenes “utópicos”, que es un montaje, que el Congreso es el lugar dónde debatir los problemas de la democracia, que, que, que…

Es el extravío de la razón política, el absolutismo de la mayoría parlamentaria, la que nos ha llevado a la despolitización, a la profunda crisis de representatividad, a la deriva oligárquica de los partidos y de las instituciones que okupan, a la corrupción de sus miembros, a convertirse en agencias de colocación y gestión de los intereses grupales, a la opacidad de sus actos, a los conglomerados mediáticos siempre serviles. Daba igual, sin el menor pudor han utilizado la confrontación, la mentira, ETA y el dinero público para su propio beneficio. ¿Qué esperaban al convertir la democracia en una palabra hueca, proscrita, incluso, en su funcionamiento interno?: desafección y abstención. Amén.





domingo, 15 de mayo de 2011

Que me quiten lo comío

Mi vida, como la campaña electoral, transcurría sin pena ni gloria. La mayor parte del tiempo intentando zafarme de una Aguirre obsesionada con centrarse en mí, y en un candidato empeñado en convertirme en un “común” denominador. El único consuelo ha sido saberme discípula aventajada de Guzmán de Alfarache.

Hay una palabra en estos días que produce erisipela a cargos y carguillos del partido en el trono, así como a los pretendientes, es: ABSTENCIÓN. Cada vez que la pronunció, me ha salido por la patilla una comida en De la Riva, Goizeko kabi, Casa de la Troya y O´Pazo.

Más o menos el asunto consistía en:
—Qué quieres que te diga Mengano, la verdad es que voy a abstenerme.
—¡Abstenerte! ¡Qué quieres que venga la derecha franquista! ¡Qué me quede en el paro! Pago la cuenta, pero vota ¡¿eh?!
La otra variación:
—¡Carlota, hay que votar, necesitamos políticos preparados, capaces de llevar las riendas de la gestión! Invito yo, pero piensa en la gestión.
—No sé, no sé… Si es por la gestión lo pensaré. Te parece que pidamos un Pingus.

En esas andaba de percebe en percebe, sin lo que se dice ni pizca de responsabilidad ciudadana, hasta que me he topado hoy con la frase de otro maestro de la picaresca: “si no tenemos nada que ver con la crisis, ¿para qué valemos los presidentes?” Guillermo Fernández-Vara retírate de la competición, demuestra que eres un hombre coherente, un hombre de acción, no de mandangas. Te prometo que si dejas pasar estas y te preparas para las siguientes, me empadrono en Malpartida de Plasencia y te voto. ¡A qué no hay huevos!

domingo, 8 de mayo de 2011

"La más alta injusticia consiste en parecer justo sin serlo" (Platón)

Lo primero que me llamó la atención fue la celeridad del Tribunal Constitucional en dictar sentencia a favor de Bildu; lo segundo, nuevamente, la celeridad con que los dos partidos en lid tardaron en acatarla. Parece increíble que en este reino del 110, de pronto, por la magia electoral, las negociaciones con asesinos y los pactos contra natura, la celeridad se haya convertido en el rasgo distintivo.

Acabada la II Guerra Mundial y tras el juicio de Nuremberg, se llevó a cabo el llamado Juicio de los Jueces contra dieciséis abogados y jueces que pusieron el aparato jurídico a servicio del Tercer Reich. Después de estudiar las ingentes pruebas, el tribunal concluyó: “La incriminación, en pocas palabras, se refiere a la participación consciente en un sistema de crueldad e injusticia organizado por el gobierno en toda la nación, en violación de las leyes de la guerra y de la humanidad, y perpetrados en nombre del derecho bajo la autoridad del Ministerio de Justicia e instrumentado a través de los tribunales. El puñal del asesino se ocultaba bajo la toga del jurista”. Lo que más indignó al tribunal, no fue la monstruosidad de los delitos (ya se conocían), si no el haberlos perpetrados bajo el disfraz de la legalidad y obediencia a las Leyes.

La Justicia es perversa, cuando sirve a los intereses de los gobernantes y da la espalda a los gobernados, a los débiles, a las víctimas. Pero, también es la manifestación lógica de una sociedad enferma, alejada del sentido común, y, cuya preocupación máxima es que los controladores aéreos no le jodan las vacaciones. Un perfecto plancton para el totalitarismo, porque no lo duden, a pesar de que se vista con los airosos ropajes de la Democracia, el Estado de Derecho, el Estado de Bienestar y nos engatusen con el consumo a espuertas, en ésas estamos.