jueves, 23 de diciembre de 2010

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Un flojeras en la Corte de Mandanga

La envidia no es el pecado nacional, es la flojera. He llegado a esta conclusión de la forma más tonta, al verme los guantes de lana chorreando grasa de los fish and chips, y seguir comiendo con ellos sin inmutarme. Da igual que viaje, que huya, soy una yonqui de Mandanga, si no cómo es posible que esté frente al British Museum con la boina calada hasta las pestañas, y en vez de disfrutar del apetecible día plomizo londinense o de distraerme con las ochocientas mil momias que me esperan, dé la espalda al mayor centro de expoliación arqueológica y camine sin rumbo con dos cruces clavadas en el cerebelo: Miguel Ángel Fernández Ordóñez y la flojera.

La flojera es el pecado nacional y Fernández Ordóñez quien mejor la representa. Vamos por el mundo enarbolando la bandera de la individualidad, y no somos nada más que imágenes encadenadas que los otros nos colocan, máscaras que se superponen y el primer viento pulveriza. Ordoñez ha porteado durante treinta años la máscara de la sobrada preparación, la de entendederas financieras superlativas, hasta que los pertinaces acontecimientos lo descubren y aparece el flojeras que es.

Su flojedad y negligencia ha hecho que el Banco de Mandanga haya fallado en su tarea principal: asegurar la fiabilidad y la solidez del sistema bancario. No ha previsto ni ha evitado la exposición al crédito inmobiliario, ¡qué incordio tomar medidas!, y éste ha adquirido tal monstruoso tamaño que amenaza a las entidades financieras con devorarlas —ya pueden hacer tantos stress test como estrellas hay, que de ficciones contables está lleno el firmamento de Irlanda—. Al igual que su jefe de la Moncloa lo único que se le da bien son las frases ridículas con pretensiones; la última a propósito de la reforma de pensiones dice así: “es la forma menos traumática, el trabajar algunos añitos más”. No me detengo en la incoherencia que supone el consejo, cuando él ha propiciado y alentado las prejubilaciones en las cajas y bancos. Es más interesante el acto fallido del diminutivo ‘añitos’, denota que tiene al pueblo soberano por infantil e inmaduro, niñitos que hay que convencerlos de que se tienen que zampar la sopa por su bien.

Con un tempano colgado de la punta de la nariz y al tiempo que empujo la puerta de un pub donde pienso consolarme de tanta frialdad, recitó en honor de Miguel Ángel Fernández Ordoñez unos versos de Manuel Machado: ¡Que todo como un aura se venga para mí!/que las olas me traigan y las olas me lleven/y que jamás me obliguen el camino a elegir. Exaltación a la inmadurez.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Gobierno de alarma

El pasado 22 de noviembre Angela Merkel harta ya del viaje sin retorno de Mandanga, y viendo la “Hecatombe Perfecta” que se avecinaba si el Gobierno Inane seguía con flores a María, envió un telegrama cifrado a Casper de la Moncloa. La transcripción exacta decía: ¡achtung, achtung que estoy farruca! Bubacalva, hombre de recursos en lo tocante al secreto, mandó llamar a su mejor criptógrafo, y tras horas aplicando diversos sistemas de cifrado le mostró al Presidente el siguiente texto: ¡o haces elecciones anticipadas o te echo del euro y de la zona, tú veras! De la impresión las cejas se le quedaron igual de planas que el cerebro; esa noche soñó que le perseguían una manada de pastoras alemanas con los colmillos más largos que Bill Compton.

Al día siguiente llamó a Pepiño y a Buba, no podía dejar pasar tamaña afrenta ni intimidación y para cojones los suyos, no los de una transexual. Los tres son hombres de estado que no se amedrantan fácilmente, llevan años en el partido sacando provecho de las circunstancias, y cuando éstas no se dan tienen gran experiencia en crearlas. Ese día los tres tuvieron la magnífica idea de declarar el Estado de alarma, digo yo, que podría haberla tenido antes cuando el paro crecía y crecía, y la economía se hundía y se hundía. No, se ve que lo alarmante para ellos es que se queden los domingueros de puente sin su viaje.

A estas alturas con la Inmaculada Constitución olvidada, es de ley reconocer que la estratagema les ha salido redonda: los mandangos no recordamos que hay más de 700.000 desempleados que se han quedado sin los 426 euros de ayuda; tenemos a los demonios pincha papas acogotados, y ha faltado tres telediarios para que la población los linchen en las torres de control; y al fin sentimos la fuerza del timonel sin complejos llevar la barca, a la deriva, sí, pero con pulso.

¡Desafíos a él! Merkel no sabe con quién se la juega, a poco que estire el Estado de alarma, éste le llega al 2012 y problema de anticipación electoral resuelto. Ni Moriarty.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Colapsados

Mi vida está en crisis, ¡qué digo crisis! Ya me gustaría ser un banco irlandés y que vinieran a rescatarme. Mi vida es un colapso financiero, tengo más deudas que las empresas públicas, y aunque he puesto a circular papel en el mercado de mis tangibles allegados, me he comido una rosca del tamaño de la fábrica de Michelin. Tampoco he tenido suerte con el timo de la estampita, y en un afán por tener líquidez, y tras abundantes lágrimas nostálgicas, he visitado a la vecina con el propósito de que me comprará el 30% de mi viejo juego de lotería: fiasco total. ¡Ah!, si al menos pudiera privatizar el terrado de la finca cómo aeródromo, pero los vecinos no me dejan. Cuando te mira el tuerto de la Crisis se encadenan los colapsos, y al financiero se le ha unido el sentimental. El Ojazos de la fotocopiadora se ha enredado con la documentalista jefe, y cuando pasa por mi lado lo más que recibo es un codazo. Y si el amante se ha esfumado, el fijo tras diez años de noviazgo (para mí) y amigos (para él), y después de una semana de convivencia ha vuelto a su casa con el pretexto de que no aguanta: “mis caprichos, mi impaciencia y la exaltación a la que me arrastra Wagner” (sic).

Colapsada en todos los frentes me he abandonado a la música de Bebe, Leonard Cohen, The Cure y los boleros de los Panchos. Colapsada y sin esperanza en un futuro sostenible y pleno de sinergias, sólo veo dos caminos ante mí: emigrar a las antípodas como Sánchez Dragó, lo cual descarto por falta de patrocinador, o ser una más en aumentar los fatídicos resultados de las encuestas mandangas; al menos tendré la satisfacción de ser una auténtica descarriada y de paso jorobo las estadísticas.

Tiene que ser descorazonador poner todo el empeño paternalista e ilustrado, las horas de trabajo en balde de las direcciones generales, de los publicistas, gastar millones de euros del Presupuesto General en campañas de ‘concienciación ciudadana’, y ver que tanto esfuerzo pedagógico se da de hostias con la tozudez de los datos. Los accidentes de tráfico no bajan, ni puntos ni que “no puedan conducir por ti”; el que no es cocainómano es marijuanero o pastillero y en el alcohol no hay quien nos gane; en cuanto a la vida ‘saludable’ más de la mitad de los mandangos tienen sobrepeso y fumamos porque nos da la gana; los asesinatos a base de martillazos por los machos y de arsénico por las hembras siguen el ritmo habitual de la humanidad, sin que parezca que le afecte “contra el maltrato tarjeta roja” . Si a esto añadimos que trabajamos pocas horas, algunos incluso ninguna (es el caso de los parados), disfrutamos de vacaciones a granel, ganamos más que un pakistaní, nos regalan las pensiones y tenemos menos emprendimiento que los chinos, ¡pues es normal el desaliento de la casta dominante! Dado mi Estado actual comprendo la impotencia de no sacar provecho del pueblo.