martes, 11 de enero de 2011

Los clientes pasivos exigimos una ley que garantice espacios libres de familias


En El pensamiento salvaje, Claude Lévi-Strauss escribe que “no existen pueblos infantiles, todos son adultos”. Cada vez que podía, ya fuera en sus escritos o cuando le entrevistaban, insistía en la falacia paternalista occidental de llevar a los supuestos pueblos primitivos el Santo Grial del progreso. Para el antropólogo ninguna sociedad, ninguna civilización, ningún grupo tiene derecho, aunque lo disfracen de falso evolucionismo, de imponer su forma de pensar y actuar.

Hace ya tiempo que estos hombres y mujeres de pretendida superioridad moral e intelectual se quedaron sin civilizaciones atrasadas que salvar de la ignorancia: las tenemos aquí. Unos han venido a buscarse las habichuelas, siguiendo la constante histórica de los flujos migratorios, y otros como el Chino-Li vienen a colonizarnos, cual lagarto de V. Cuestión del permanente retorno. Así, al quedárseles la Tierra pequeña, los seres de Luz no han tenido más remedio que practicar la vocación redentora con los súbditos de toda la vida, mala suerte, nos ha tocado. Ahora somos los fumadores, el pueblo infantil y sin formación al que hay que reeducar con el mantra de lo saludable. Si tuvieran una pizca de visión nos dejarían en paz, muchos nos quedaríamos a las puertas de cobrar las pensiones, y problema demográfico resuelto. Nada nos pertenece, la salud, los vicios y los placeres los regula el Estado. La esfera privada se va encogiendo hasta quedarse reducida a unas cuantas pajas bajo el edredón, y eso si no le da al Gran Hermano, Alfredo Pérez Bubacalva, por meterse debajo. Hubiera bastado una ley del apartheid para bares, restaurante y hoteles; pero no son personas de medias tintas, como todos los dominados por el ansia del poder prefieren exterminar que tolerar.

Cuando la idiocia manda sus actuaciones suelen convertirse, por decirlo finamente, en hilarantes paradojas. Los bares esos lugares donde no podían entrar los padres temerosos de que sus retoños pillaran un enfisema pulmonar, se han convertido en guarderías alcohólicas libres de humos. Que reconfortante experiencia viví el domingo, observar que nada cambia en cuestiones de drogodependencia, que nuevas generaciones de mandangos aferrados a la botella se están formando a marchas forzadas. Mesas abigarradas de familias trajinándose raciones de patatas bravas, gambas al ajillo y chorizo picante de León, mientras corrían niños, vino y cañas sin respeto por el cliente pasivo. Lo mejor era cuando los progenitores se iban a la calle a fumarse el pitillo y dejaban a los zagales libres para incordiar y beber lo que tuvieran a mano. Los tres o cuatro despistados nos quedamos petrificados mirando el futuro de la nación. No hizo falta hablar, éramos conscientes de que al menos que fuera inevitable, nunca volveríamos a pisar suelo sagrado.

3 comentarios:

  1. Me sorprende que no lluevan los comentarios ante tema tan humeante. Amarrada al cigarrillo y esperando que me llegue de mi idolatrada ministra un GPS para saber dónde están los colegios y huir de esos monstruos y que no me denuncien estoy viendo cómo los "apestados" nos unimos de forma tácita, amistosa como si fuéramos una hermandad con unos deseos incontrolables de que aparezcan garitos y lazaretos donde podamos ponernos ciegos como queramos incluyendo no sólo alcohol sino de todo lo que se nos pase por la cabeza u otras partes. Se me olvidaba que entre usted lo menos mal posible en este funesto, pero oxigenado 2011.

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  2. Carlota, no te olvides tambien de los que sufrimos pasivamente el mal olor ajeno.
    El Ministerio deberia invertir en cursos de formación para fomentar la higiene personal y el utilizo de la poderosa piedra de Alumbre, unico remedio infalible contra el tufo axilar.

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  3. verá cuando te prohiban comer chistorra por el tema de las coronarias, todo llegará.

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