martes, 4 de enero de 2011

2011, el año de la felicidad sostenible



Él no ha hecho nada, qué puede hacer un tiempo que aún no ha trascurrido. Querámoslo o no el futuro siempre se encuentra al margen de los acontecimientos, son los sucesos humanos los que se acoplan a la secuencia temporal. El 2011 apenas asomaba la pata por debajo de la puerta y ya era el lobo feroz con el San Benito colgado de la desesperanza. Desde que acabó la Navidad y comencé los preparativos de la Nochevieja, dónde fuera me he topado con gente abatida. El mercado de la calle Potosí, templo de la opulencia gastronómica y de la mayor concentración de abrigos de visón frente a los puestos de encurtidos, parecía el inframundo, ¡qué desesperación no tendrían los tenderos, que por primera vez el carnicero me invitó a dooos copas de sidra y a jamón de jabugo sin miserias!

Pero son en las amigas donde he encontrado los dos síntomas más representativos de la desesperanza. En noche tan señalada y en contra de la tradición de los últimos tres años ninguna fue a la fiesta con ‘bragas rojas’, cosa que es de agradecer porque en las anteriores ocasiones cuando me encontraba en el cuarto de baño a mis cosillas, ahí que aparecían en comandita y con la excusa de enseñarlas, entre grandes risas, acaban con mis cosillas sin ningún tipo de consideración por la propiedad privada. La otra señal del ambiente decaído fue que no se acordaron de echar en la copa de cava el ‘anillo de la suerte’, este detalle es más importante que el de las bragas, porque llevo perdidos desde que se puso esta moda varios anillos que heredé de mi abuela.

En estos días hables con quién hables, leas lo que leas, oigas lo que oigas, todo está impregnado de desesperanza: el paro, la tarifa eléctrica, el gas, el agua, los billetes de tren, los alimentos, las autopistas… siguen subiendo; las pensiones, el ahorro, el cheque bebé, la limosna de los 426 euros, los fondos para la ley de Dependencia… siguen bajando o se han esfumado; Belén Esteban ha sido portada de la revista semanal de El País (para lo que ha quedado, qué lastimica); y el faro, luz y guía de la televisión progresista ha pasado a ser el canal del bodrio por el bien económico de Juan Luis Cebrián. Y la verdad, no entiendo a qué viene tanta agonía, hoy a cuatro de enero me siento pletórica de optimismo, y no por mimetismo con el Estadista de la Moncloa ni por los efluvios de mis cosillas. ¡No!, estoy esperanzada porque el INE junto con el Observatorio de la Sostenibilidad y el Club de Roma (no se rían, por favor, que va en serio) trabajan en la búsqueda de indicadores que midan nuestra felicidad, quieren buscar una nueva dimensión de la calidad de vida ya que la actual hace aguas. Para ello contamos con dos figuras egregias: Mariano Gómez del Moral, asesor de presidencia del INE y coordinador de tan esperpéntica iniciativa transnacional desde Bruselas, centro europeo del mejillón y del cobro de dietas; y Luis Jiménez, director del Observatorio Feliz, con la epicúrea misión durante el 2011 de tomar “la temperatura del bienestar”.

No sé si este par de berzas nos traerá la huidiza felicidad, pero a mandanga no hay quién les gane.

2 comentarios:

  1. Feliz año, cuidate de las lastimicas

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  2. feliz año Carlota, ánimo que España ganó el mundial ¿qué más queremos?

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