jueves, 2 de diciembre de 2010

Colapsados

Mi vida está en crisis, ¡qué digo crisis! Ya me gustaría ser un banco irlandés y que vinieran a rescatarme. Mi vida es un colapso financiero, tengo más deudas que las empresas públicas, y aunque he puesto a circular papel en el mercado de mis tangibles allegados, me he comido una rosca del tamaño de la fábrica de Michelin. Tampoco he tenido suerte con el timo de la estampita, y en un afán por tener líquidez, y tras abundantes lágrimas nostálgicas, he visitado a la vecina con el propósito de que me comprará el 30% de mi viejo juego de lotería: fiasco total. ¡Ah!, si al menos pudiera privatizar el terrado de la finca cómo aeródromo, pero los vecinos no me dejan. Cuando te mira el tuerto de la Crisis se encadenan los colapsos, y al financiero se le ha unido el sentimental. El Ojazos de la fotocopiadora se ha enredado con la documentalista jefe, y cuando pasa por mi lado lo más que recibo es un codazo. Y si el amante se ha esfumado, el fijo tras diez años de noviazgo (para mí) y amigos (para él), y después de una semana de convivencia ha vuelto a su casa con el pretexto de que no aguanta: “mis caprichos, mi impaciencia y la exaltación a la que me arrastra Wagner” (sic).

Colapsada en todos los frentes me he abandonado a la música de Bebe, Leonard Cohen, The Cure y los boleros de los Panchos. Colapsada y sin esperanza en un futuro sostenible y pleno de sinergias, sólo veo dos caminos ante mí: emigrar a las antípodas como Sánchez Dragó, lo cual descarto por falta de patrocinador, o ser una más en aumentar los fatídicos resultados de las encuestas mandangas; al menos tendré la satisfacción de ser una auténtica descarriada y de paso jorobo las estadísticas.

Tiene que ser descorazonador poner todo el empeño paternalista e ilustrado, las horas de trabajo en balde de las direcciones generales, de los publicistas, gastar millones de euros del Presupuesto General en campañas de ‘concienciación ciudadana’, y ver que tanto esfuerzo pedagógico se da de hostias con la tozudez de los datos. Los accidentes de tráfico no bajan, ni puntos ni que “no puedan conducir por ti”; el que no es cocainómano es marijuanero o pastillero y en el alcohol no hay quien nos gane; en cuanto a la vida ‘saludable’ más de la mitad de los mandangos tienen sobrepeso y fumamos porque nos da la gana; los asesinatos a base de martillazos por los machos y de arsénico por las hembras siguen el ritmo habitual de la humanidad, sin que parezca que le afecte “contra el maltrato tarjeta roja” . Si a esto añadimos que trabajamos pocas horas, algunos incluso ninguna (es el caso de los parados), disfrutamos de vacaciones a granel, ganamos más que un pakistaní, nos regalan las pensiones y tenemos menos emprendimiento que los chinos, ¡pues es normal el desaliento de la casta dominante! Dado mi Estado actual comprendo la impotencia de no sacar provecho del pueblo.

1 comentario:

  1. Pues hija, cámbiate de pueblo y vete con quien te quiera. Y el ojazos, maricón perdío, lo que yo te diga.

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