lunes, 25 de octubre de 2010

Sense and Sensibility

Es falso de toda falsedad que los hombres no lloran. Quizá esta afirmación, dicha a bocajarro, contradiga el refranero popular y los incalculables estudios psicológicos, empeñados en demostrar las diferencias entre los sexos; informes que toman como pruebas irrefutables el surrealismo de encuestas hiperbólicas. Hace poco leí que los hombres mojan pestaña 17 veces al año y nosotras 64. ¿Por qué 17 y 64, y no 38 y 27 o 69 (qué es más igualitario)? Esa rotundidad en el número hace que desconfié del tratamiento científico. Lloran y mucho. Lo sé, porque no hay nada como la propia experiencia para rebatir cualquier chorrada que nos pretendan vender. Yo, replicante, he visto las lágrimas de mi padre confundirse con las mías al morir el abuelo de Heidy; y a mi hermano abatido, hipar con los melodramas de Douglas Sirk. Pura cuestión de humanidad y no de multiculturalismo de género.


Nuestra Marianne Dashwood demostró que también los hombres hacen pucheros, que él es incapaz de disimular el sufrimiento. ¿Pero por qué llora el lindo Moratinos? ¿Cuándo se ha visto a un diplomático no sujetar sus emociones? ¿No es tierno? ¿No os dio pena verlo indefenso, tan poquita cosa? Dicen que no se lo esperaba, dicen que le hubiera gustado acabar al mismo tiempo que su maestro (el atolondrado Casper de la Moncloa), algo así como un entierro vikingo; dice que fue por las “vivencias”, dice que nada tuvo que ver el “aferrarse al cargo”. Qué digan y diga… Yo sólo veo a un ser extremadamente sensible, acongojado por la desaparición de su oronda figura en los saraos internacionales y en la escena mediática. ¡Pobre! Espero que le den, ya, algún puesto en la ONU o en la UE, acorde con su valía justiciera.

Sensatez y sentimiento no deben ser antagónicos, al menos eso defendía Jane Austen al final de su novela. Sin embargo, no sé de qué materia están hechos los políticos que convierten lo que no debería ser nunca un dilema, en una peliaguda elección −a excepción de Casper que carece de ambas y, además, lleva escrito en la boca uno de los síntomas de la estupidez: la sonrisa perenne−. Ex Moratinos carece de cualquier sentido, entre ellos el sentido común, para llevar la causa Mandanga fuera de nuestras fronteras; pero a sensibilidad gazmoña no le gana nadie, la empatía quijotesca le supura a chorros, es un luchador infatigable contra la iniquidad, y un paladín sin freno de los débiles, llámense: Fidel Castro, Hugo Chaves, Arafat Mohamed VI.

Si te sirve de consuelo, querido ex: la vida sigue más allá de la bancada azul.

3 comentarios:

  1. Entiendo su ironía, pero yo me voy a celebrar que nos lo quitamos de enmedio y de paso a ver si una amiga sensible me hace algo más que caso

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  2. querida Carlota, yo si entiendo que Moratinos llorara, yo misma lloré y cualquier persona con algo de sensibilidad habría llorado al ver el cambio de gobierno, ya que sigue sin ser necesario tener un mínimo de valía para ocupar un cargo público.

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  3. Sí aquí al final todos vamos a llorar, con indiferencia del sexo,pero de rabia

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