lunes, 12 de julio de 2010

Si fallor sum

Occidente se bambolea entre la apariencia de un quirófano inmaculado de bacterias y las cocinas que salen en la revista “Architectural Digest”, esas en las que nada está fuera de sitio porque no hay nada a la vista, dónde está la nevera, dónde las migas de pan, hay alguien ahí, imposible saberlo, porque todo está integrado y no se aprecia mancha alguna de la existencia humana. Occidente es una monstruosa fábrica de asépticos corazones enlatados, cualquier estado que altere el contenido de la conserva debe ser eliminado o al menos disimulado cuanto sea posible. Esta simulación ha acabado con el “ser moderno” y en su lugar resurge con fuerza arrolladora el “ser gazmoño”, ya sea en nuestra vida privada o con el grupo con el que te identificas. Es el tiempo de la mojigatería.

El puritanismo tiende hacía la corrección de las formas, cabalga sobre lo políticamente correcto; pero a poco que nos quedemos mirando la cuenca vacía de sus ojos, vemos los gusanos de la perversión y de la corrupción más vivos que nunca. En esta hipócrita época el error no tiene cabida; y es por eso que se le ha de amar más que nunca y tomar como bandera la proposición de San Agustín: Si fallor sum (si me equivoco existo). Y en ello está la grandeza de George Michael y el esplendido culo disidente de la carátula del último disco de Scissor Sisters.

A George Michael deberíamos hacerle un monumento por su continuo errar bajo los focos de la luz pública. Ha sido arrestado tres veces por posesión de marihuana y demás drogas interesantes; ha perdido otras tantas el permiso de conducir por el mismo motivo: ir fumao; fue condenado por seducir a un policía de paisano en los baños públicos de Beverly Hills. Yo, francamente, a quien condenaría sería al jefe de policía de Los Ángeles por el fanatismo en la persecución sexual y por ir a lo fácil; pues a dónde vamos a ir en busca de la soledad de los cuerpos, si no es a lo marginal, allí donde la otredad se hace manifiesta. El 4 de julio de nuevo calló o más bien se empotró en un escaparate de Londres; ahora investigan, sospechan que no estaba en condiciones de conducir. Él no tiene empacho en reconocer su “problema”, aunque no puede evitar la recaída ni mofarse con sus videos de la autoridad.

Si pagaría por el monumento a George Maichel, qué no daría al pirata que borre del espacio interestelar a Facebook. A la red social le resultan indecentes y de mal gusto los traseros de los hombres; aunque sea una fotografía de Robert Mappelethorpe y el culo del bailarín Peter Reed en la portada del disco “Night Work”. Me aterra el rumbo de este siglo que comienza, al ver el dominio de la censura más rancia y paleta en un lugar en el que hay millones de personas conectadas.

2 comentarios:

  1. Querida Carlota, supongo que cuando George Michael se empotró contra el escaparate no "calló" su voz que tantos éxitios le ha dado, sino que "cayó", al caerse porque estaba borracho. Cuidado con la ortografía que muchas veces lleva a malos entendimientos.
    Por lo demás, me encanta su forma de explicar esta realidad que viviemos en pleno soglo XXI, que más parece el XIX.

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  2. Gracias, es de agradecer que me lea con atención. Lo dejare sin corregir para mi oprobio

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