lunes, 17 de mayo de 2010

Para cuándo la Ley "Inteligencia Igualitaria" o cómo hallar el CI de una sociedad

Es sabido que la inteligencia o la estulticia son atributos que adornan a la “criatura” humana, hay individuos e individuas que andan muy sobrados de una u otra cualidad; esta manifiesta injusticia me arrebata, me encabrona, no entiendo por qué las “criaturas” que gobiernan en Mandanga tan luchadoras por la igualdad no hacen nada al respecto. Bastaría con la publicación en el BOE de un Decreto Ley que estableciera la obligatoriedad del mismo coeficiente de inteligencia para todos los súbditos -ni muy alto ni muy bajo- con la consiguiente creación de un cuerpo policial encargado de vigilar y multar a las personas que destacaran en un sentido u otro, ya fuera de manera consciente o inconsciente.

Al gobierno de Casper le faltan agallas para alcanzar la solución final al problema de la desigualdad, y mira que tiene todos los medios: optimismo a prueba de bomba, temeridad frente al ridículo, Ministerio de Igualdad y cantidad de ministras de cupo. Entonces a que espera, por qué conformarse con nimiedades que hacen que nos salte la hiel a los espíritus de refinado progresismo. Iniciativas como la sustitución de la expresión asquerosamente machista de “recién nacido” por la femenina y sensible de “criatura” me saben a poco. Un paso más transgresivo hubiera sido la eliminación de todos los vocablos de género masculino del diccionario de la RAE. Pero no debo de impacientarme, Casper sigue su tempo, un día es “miembra” otro “criatura” y al otro con la excusa de rebajar el déficit de la Administración entierra la Biblioteca Nacional –ya me dirán la falta que hace para conseguir el aurea mediocritas-. Las crisis económicas, las bancarrotas de los estados son acontecimientos puntuales en el devenir de la historia, pero la implantación de la Ley “Inteligencia Igualitaria” supondría el no va más del avance social desde la revolución francesa.

Igual que se mide el coeficiente de inteligencia de las personas, también se puede llegar a cuantificar el de una época, para ello sólo hay que sumar los coeficientes de quienes la dirigen. Dos ejemplos ilustran la teoría. Momento Estelar de Occidente; Atenas 414 a.C., Platón, Sófocles, Pericles e Hipócrates beben vino en una taberna del Ágora y debaten sobre la vida pública de la ciudad-estado mientras meten mano al efebo que les sirve. Momento Crepuscular de Occidente; Madrid 2010 d.C., Juan Carlos I, Casper de la Moncloa, Pedro J. Ramírez y el energético de bajo consumo Miguel Sebastián comen una ensalada de lechuga, beben agua embotellada del Glaciar Perito Moreno y debaten sobre la importancia de llamarse Ernesto o lo bien que queda el Miguelín de la Coixet en el pabellón mandango de la Exposición Universal, total 55 millones de euros (una ganga). Efebos y bacantes esperan en la oscuridad de la noche.

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