lunes, 3 de mayo de 2010

¿Comparaciones con Grecia? ¿Quién ha dicho chirimoya?

Qué Mandanga no es Hélade, no hace falta que nos lo repita minuto sí y minuto también la coleccionista de chaquetillas Elena Salgado. Desengañémonos, no se puede esperar nada de una ministra de Economía y Hacienda que confunde la astringencia en el vestir con la elegancia, y, qué para colmo varias veces a la semana, como los famosos del tres al cuarto, necesita encontrar un momento de desahogo físico y mental en la postura del loto o en la de la garza. No puede ser de otra manera, al fin y al cabo, ella forma parte de un gobierno cuya máxima aspiración es el nirvana político o lo que es lo mismo: el pensamiento cero.

Qué esto no es Hélade, lo pone en evidencia la sonrisa de satisfacción de Mari Tere al dar las cifras del paro (de qué se reirá) o el eco de las consignas sindicales en las calles vacías el pasado uno de mayo. Aquí todos estamos tranquilos y optimistas porque somos un pueblo de recursos, de ingenio, como lo demuestra la iniciativa del Museo Thyssen con el programa de “inclusión de públicos con necesidades especiales” en “un espacio de encuentro entre colectivos con riesgo de exclusión social”. En román paladino y para entendernos: los pobres de solemnidad. Por medio de esta novedosa actuación, el Thyssen recoge los miércoles por la tarde a los sin techo y un “educador”, eufemismo del guía de toda la vida, les explica un cuadro; es la versión moderna de ponga un pobre en su mesa, pero más barato porque no les dan de comer y además cobran 30 euros al centro encargado de llevar el grupo. El objetivo es convertir a los desheredados de la fortuna en expertos de Chagall, por ejemplo, con el consiguiente subidón de “autoestima”. Un atrevido y nuevo enfoque de la beneficencia.

La perversidad ha alcanzado un grado de refinamiento de difícil superación. Pero la idea de sustituir la cultura institucionalizada por una cama, un trabajo o un plato de garbanzos es cojonuda; y el Gobierno de Mandanga debería aprovecharla, convirtiendo los museos en campos de concentración, para decirlo más finamente, lugares de arte y ensayo donde tener recogidos a los cinco millones de parados sin que molesten ni se les vean mucho. De paso se ahorrarían millones de euros en subsidios que vendrían muy bien para rebajar el déficit o invertirlos en viajes morrocotudos de nuestros prebostes y sus respectivos séquitos a la Exposición de Shangai. ¡Gracias a Dios que no tenemos nada que ver con los griegos!

1 comentario:

  1. Viva Grecia. He solicitado la nacionalidad griega, creo que es el único lugar de Europa donde puedo vivir. Todo es real allí, la crisis,la lucha,las mentiras,las ruinas... Estos locos anarquistas llevan peleando los últimos años a sangre y fuego. Todo empezó allí.

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