miércoles, 28 de abril de 2010

"Las tardes de Manuela"

¡Ay! En que hora vi el video del mitin de José Montilla en el Complex Esportiu Municipal Mar Bella -y sin necesidad del pinganillo senatorial, es lo bueno de tener dos lenguas maternas, que una se crece con los idiomas complejos-, no puedo parar de reír. Intento pensar en situaciones críticas como que la economía de Mandanga no crecerá el 2% hasta el 2016, más que nada para evitar las patas de gallo, y visualizo la imagen de los padres del president tal que las fotos de los abuelos muertos colgadas de las paredes, y el ataque de risa crece. Reflexiono sobre que Bono y Matas son idealizaciones de los provincianos mandangos -Dios les ponga dónde haya-, para ver si dejo de llamar la atención de mi jefe, y aparece Manuela de Madre colocándole la pierna ortopédica a la coja Manteca, y hala el ataque recrudece.

Trataré de resumir el evento con aquellos detalles que más me han impresionado, no es cosa de ser meticulosa para eso está el vídeo.

Los tiempos se modernizan y los mítines ya no son lo que eran, ahora se lleva el formato «talk show», algo así como “Las tardes de Manuela”. Sobre un espacio blanco roto rodeada de un público, digamos más que entregado, enfervorizado con la causa, Manuela de Madre oficia de choguoman, animando a los espectadores a que cuente sus distintas problemáticas. Y allí sobre el escenario aparece Pilar Díaz, presidenta de la Asociación de Amputados Sant Jordi. En ella se da el doble estigma: ser mujer y tener la función locomotriz restringida; Pilar sentada en la silla de ruedas pide, demanda, exige una mayor presencia de discapacitados en la administración pública. Cómo le de al PSC por la discriminación positiva de este sector de la población, las mafias del este, expertas en reventar rodillas, van a tener lista de espera. Bien pensado de qué me sirve una pierna, prefiero ser interventora minusválida general del estado que una externalizada autónoma. Lo mejor viene cuando, ¡oh, milagro!, Pilar se levanta de la silla y Manuela le agarra del pantalón se lo sube y a punto está de arrancarle la pata de palo; entonces la emoción contenida del pabellonet (sí, no se pongan puristas, ya sé que es valenciano) rompe en una salva de aplausos.

Parece que es imposible alcanzar más hilaridad, pues no, llega el momento “padres Montilla”. Desde una gran pantalla Antonio exhorta a su hijo a seguir hacía delante y le recuerda que desciende de una familia de izquierdas, que debe de ser un injerto entre Guzmán el Bueno y Alejandra kollontai. José mira y escucha arrobado a su progenitor; destaco las siguientes palabras por su excelsa ingenuidad: “mi hijo es trabajador y honrado”. Y con el descojone se me cae un lagrimón del tamaño de una pelota de ping pong. ¡Pero vamos a ver, cuándo se ha visto a un padre que le parezcan sus hijos feos o le huelan mal sus pedos! (Refrán holandés del siglo XVI).

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