lunes, 8 de marzo de 2010

Bono vuelve al camino de la heterodoxia Mandanga

De las tres virtudes teologales la fe es la más peligrosa, es el cancerbero del rebaño de los vivos, siempre dispuesto a que nadie se salga del redil. Significa no plantearse preguntas, no pensar. Pero si la fe en un principio sólo pertenecía al hombre religioso, hoy reina en la vida política de Mandanga a sus anchas; los partidos se han convertido en la nueva religión y votamos a unos u otros por fe mística en el Cuerpo Político. ¡No esta mal para ser una sociedad laica! En cuanto a la esperanza como decía el poeta, siempre termina en recuerdos. Y la caridad, bueno, quizá sea de las tres la única verdaderamente humana.

Como soy una mujer sin fe, huelga decir que el ente Dios, ya fuera en forma vegetal, animal, antropomórfico, extraterrestre o espíritu de universo me es indiferente. Hasta el 4 de marzo, cuando leí unas declaraciones del nuevo Reformador del cristianismo, el U2 de la Mancha, ese día el rayo de la gracia divina casi me parte en dos, y ya no he vuelto a ser la misma. Tenía un concepto desfigurado de la iglesia católica: Nuevo Testamento, textos que recogen ideas básicas sobre las regulaciones sociales, repleto de parábolas y metáforas; siglos de papas y de concilios aguándonos esta vida con la cantinela de la otra, amen de volvernos más idiotas de lo que somos a base del sentimiento de culpa; sin hablar del infierno que nos espera, si no seguimos la retahíla de preceptos.

Gracias a Bono comprendo el significado del nuevo camino del catolicismo. Básicamente está entre el fariseísmo, hacer lo que te venga en gana y la religión a la carta, según te ape. Es fascinante el desparpajo, y sobre todo los conocimientos teológicos que le echa. A él, qué la Iglesia católica no de la comunión a los diputados que voten a favor del aborto le da igual; no va a dejar de comulgar porque “forma parte de mis convicciones” (sic). Ha superado el tema del pecado y el sacrilegio se la suda; si no le da la hostia Martínez Camino se busca otro cura, pero comulga como hay Dios.

No sé, si es por la intimidad con El Supremo o con el Nuncio, pero el Reformador sabe que “Dios no quiere escándalos”. Es un pena que la Iglesia ya no sea la que era con tantos problemillas sexuales como le afloran. Porque lo bien que le vendría a Bono para realzar sus próximas memorias una buena excomulgación, y, sobre todo, porque quedaría para la historia como el Lutero del siglo XXI.

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