"A todos los tontos les da por algo"

El dicho popular “a todos los tontos les da por lo mismo” no es verdadero. Yo, que tengo sobrada experiencia en esto de la tontería, cambiaría la frase por “a todos los tontos les da por algo”. Esa monomanía puede ser como la de mi viejo amigo Rijk, cuando tenía nueve años le regalaron su primer reloj y desde entonces cada diez minutos lo mira (recuerdo las felices tardes de la niñez, los dos sentados en un banco del parque, yo preguntando la hora y el contestando. ¡Qué tiempos!). O la del tertuliano José María Calleja, que no se cansa de repetir la expresión “razonablemente bien”. Él no está como la gente corriente: bien o mal o ni chicha ni limoná; ya sea por la mañana por la noche, un día y al siguiente siempre se encuentra “razonablemente bien”. Debe creer que mezclar la razón con su estado existencial le da empaque intelectual; de otra forma no lo entiendo, por qué mira que pierde la templanza a la primera de cambio. Si tuviera que definirlo, diría, que es un hombre “razonablemente desquiciado”.

¿No sé por qué he asociado a Rijk con Calleja? Será por ese impredecible mecanismo de la estupidez que llevo dentro.

Otro ejemplo, que confirma la necesidad de cambiar el dicho, es nuestro recaudador Gallardón que le ha dado por las olimpiadas. Ya no aspira a la presidencia de Mandanga ni a controlar la Caja ni a darse de mamporrazos con Esperanza Aguirre. No, él sólo vive para ver realizado su sueño: Madrid sede olímpica. Hay que reconocer que es meritoria la obcecación del procónsul, cuantos más nones, más fuerza y valor, erre que erre, ¡alguien ha pronunciado desanimo, quién se atreve! Gallardón al contrario que Calleja no se mueve por la razón, sino por pálpitos, y está convencido de que a la tercera va la vencida. Según él, cuenta con un as en la manga: “sabe de lo que va esto” (con la risa se ha caído el ordenador); pero tiene que meditar bien, pero que muuuy bieeen, el año de la Olimpiada, ¿será en el 2020 cuándo le acompañe la suerte o en el 2024? Por si acaso, ha resulto ser alcalde si el tiempo no lo impide y los avances médicos se lo permiten hasta el 2100.