jueves, 28 de enero de 2010

La cocina tecnoemocional se va de vacaciones

Cómo me atrae el siglo XVIII, quién iba a pensar que dentro de él se germinaba la gazmoña ética burguesa (más viva que nunca bajo otras caretas), el progreso transfigurado en progresismo, el falso trufado de la democracia partidista, perdón parlamentaria, esa complacencia por la resignación que nos invade allá donde miremos, el triunfo de la mediocridad y ese meritorio e hipócrita afán de igualar, despreciando las diferencias. Salvo estas pequeñeces, mi ser añora sus formas de entender el placer, el arte, la vida; hombres y mujeres que se amaban en la eternidad de una noche y a la semana siguiente amaban a otros con el mismo fuego de la semana anterior. ¡Qué le vamos hacer, soy una decadente!

Hombre del XVIII fue Brillat-Savarin, escribió la mejor obra que existe sobre el arte de comer: “La fisiología del gusto”. De él es el aforismo: “dime que comes y te diré quién eres”, en las comidas más tediosas lo he puesto en práctica y he logrado no sólo superarlas, sino entretenerme. Así que, ¿voy a poner en duda al artista de la gastronomía, Ferrán Adrià, al descendiente de Savarin? Nunca. Comparto su idea del placer, de la liturgia, de la exaltación del arte efímero, que muere al tirar de la cadena del váter. No hay otro más sensual por básico, llega directamente a las glándulas, a los labios, a la lengua, es un gran sustituto del sexo; supongo que una comida en El Bulli será un gran orgasmo bucal. Digo, supongo, porque nunca he estado ni estaré, ya que cerrará a finales del año que viene; y además, después del embargo del pirata Gallardón tengo la cuenta rojo sangre.

Pero, la curiosidad por conocer “El Bulli”, templo de la cocina “tecnoemocional” (sí habéis leído bien, “tecnoemocional”), se desvanece. Y todo por culpa del afán de algunos periodistas y de él mismo en utilizar palabras huecas, frases ampulosas sin significado que no dignifican su trabajo. Dice Salvador Sostres sin temor al ridículo: “…dentro de cuatro años conoceremos la estética y la ética de la nueva modernidad… queda aparcado el concepto de deslocalización”. ¡Ahí va el Ebro! El propio Adrià declara que necesita tiempo para “continuar ofreciendo creatividad pura”. ¿Ah, pero hay creatividad impura? El Genio aprovechará el descanso para “buscar los límites de un restaurante con formato”, y hara una pormenorizada enciclopedia donde analizará el “know-how” de elaboraciones técnicas de su trayectoria creativa. En el anuncio del cierre presentó su última producción audiovisual, “El Bulli, historia de un sueño”. Me imagino que mientras se retira a reflexionar sobre el humo de la algarroba, ambas obras se venderán como churros.

El marketing ha existido siempre, no es un invento de estos tiempos, la estupidez también.

1 comentario:

  1. Recién llegado a Mandanga, después de un largo periplo, no me deja de asombrar que la noticia que llena páginas, espacios y comentarios de todo jaez sea que el "esteta con cara de coliflor",según diría el maestro Diaghilev,se retira,aún solo momentaneamente,para volver con más "espacios creativos" en el 2014.Carpe diem,volvamos a Casa Maxi a encalomarnos unos callitos y una pepitoria.¡Viva Santi Santamaria!

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