viernes, 20 de noviembre de 2009

"Disabling fire"

Tengo debilidad por las pelis de piratas, aunque desde pequeña agarraba un cabreo monumental conforme llegaba el desenlace final. Me arrebataba de tal forma, que mi padre ante tanto juramento cortaba por lo sano y apagaba la televisión. Al fin y al cabo, era una niña de Mandanga, aunque de ascendencia flamenca, y no podía soportar como caricaturizaban a los mandangos. Siempre eran malos de solemnidad, los disfrazaban de petimetres lechuguinos, de una simpleza que ni el mecanismo del botijo, y cayéndoseles las babas ante la contemplación del dinero. ¡Es qué me ponía!

Ya he madurado, y me dispongo a ver una de piratas en la calidez de mi hogar burgués, Larios descansa sobre mi hombro izquierdo con un penacho de plumas verdes. La película se llama: ¡Disabling fire!

Primera escena. Azules y apacibles aguas del Índico. Un pesquero presumiblemente mandango (no lleva bandera) faena. En la lontananza el capitán ve acercarse una embarcación; pero la rapidez en maniobrar de los piratas y la lentitud del pesquero hace mella en el ánimo, y se abandonan a la impotencia, viéndose abordados piden ayuda a la Armada Invencible: “socorro, socorro”.

Primera punzada que logro controlar, al ver que el barco pirata no es más grande que una patera. Soy madura, bebo un sorbo de ron.

Segunda escena. Los corsarios se han hecho con el pesquero; y una fragata mandangesa, no se sabe cómo, consigue atrapar a dos. Aquí el escenario cambia y aparecen ahora si, ahora no: el Alto Mando de la Armada, el Ministerio Defensa, el Ministerio de Asuntos Exteriores, el Ministerio de Justicia, el juez Infatigable en la Lucha contra el Mal, nuestra Maria Teresa o la mujer heliotropo. ¡Y se monta un guirigay! Paso a transcribir el diálogo telefónico a seis bandas:

-¿Qué hacemos con los prisioneros? –pregunta el comandante en jefe.
-Voy a pedir consejo a la jefa del gabinete de crisis, y le cuento después –contesta la pacifista y a la vez ministra de Defensa.
-Soy el Juez Infatigable en la Lucha contra el Mal, exijo la entrega inmediata de los piratas a la justicia mandangesa.
-¡Ahora que me iba a Argentina, sale con estas! Que los traigan, así parece que hacemos algo –responde la mujer heliotropo.
-¡Me dice que los traigáis! –Le ordena la pacifista y a la vez ministra de Defensa.
- A sus órdenes. ¡¡¡Ar!!! –Replica el comandante en jefe.
-Mientras tanto, hablaré con mi homólogo de Kenia a ver que consigo. –Sugiere el ministro de asuntos exteriores.

Me doy cuenta que no soy tan madura como creía, y me he controlado a duras penas gracias a un vaso de ron.

Totum revolutum escénico. Los piratas llegan a Mandanga. Que si uno de ellos es menor de edad, que si se le hace la prueba del adn, que si sale un abogado defensor de la chistera, que si aparece un despacho británico de intermediario en el pago del rescate, que si las familias de los pescadores se desesperan y hablan mas de la cuenta, que si Casper de la Moncloa toma las riendas e impone la ley del silencio...

Última escena. Los piratas consiguen el rescate, y salen del buque secuestrado en pateras. La Armada Invencible persigue a la última sin tregua; y entonces el general del Mando de Operaciones, ordena: “¡DISABLING FIRE!”. Con el motorcillo a tope, los últimos piratas escapan por los pelos del fuego mortal.

Final feliz. Los pescadores arriban sanos y salvos a las islas Seychelles. Los piratas ya en Tortugaharadhere, haciendo honor a su nombre, se entregan sin freno a las putas y al alcohol. Yo, a estas alturas, he perdido cualquier atisbo de madurez, maldigo como una bucanera, y tengo una melopea de no te menees: “ron, ron, ron, la botella de rooooooooooon".

2 comentarios:

  1. Alguna botella de ron adicional debias enviarnos/les, querida Carlota, para pasar el mal trago de que no les dejen hacerse la foto del final feliz de cuento a los interpretes de tal elocuente conversación telefonil. Claro que mientras haya alguien que se rasque el bolsillo con los dineros de todos los demás... (a excepción de los vascos, claro, que tienen sistema fiscal aparte)

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  2. ¿No hubiera resultado mas provechoso,para todos, haber entregado a los corsarios, como rescate, las magras carnes de la viceloro?.Me lo paso pirata.

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