domingo, 12 de junio de 2011

"La Nube"

Como el Sócrates de Aristófanes, podría estar colgada de una cesta un día entero, sin otro fin que resolver el problema de cuántos saltos tuvo que dar la pulga que pico a Querefonte. No comparto el sentido peyorativo que tiene “vivir en las nubes”, cuando la ociosidad debería ser un privilegio de todos. Gracias a que estoy en las nubes no me apercibo de la realidad de Mandanga, lo cual ya es un alivio.

Hasta anteayer las nubes eran democráticas y plurales, cada uno perdíamos el tiempo mirando nuestras ‘propias’ nubes; y si nos daba un ramalazo de generosidad o nos sentíamos solos invitábamos a algún amigo a visitarlas (casi siempre con poca fortuna porque las ensoñaciones son difíciles de compartir).

Los cúmulos, nimbos, cirros y estratos han desaparecido, y su lugar lo ocupa ahora “La Nube” de Steve Jobs. Es normal que Steve Jobs a medio paso de la muerte se revele y encuentre “el centro de la vida digital en La Nube”. Puro instinto de supervivencia, pero mi instinto se niega a deambular en una única nube transitada por toda la humanidad; y con todo lo peor no es sentirme vigilada, lo peor es tener de vecino nuberil a un Pepiño, a un Camps, a un Ferrán Adrià llorando a moco tendido porque “es muy duro que me paren por la calle para decirme que no pueden comer en casa porque no tenemos mesa hasta dentro de dos años”. ¡Qué distracción, qué ruido!

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