lunes, 19 de julio de 2010

De putas y diputados

Ya ha pasado el tiempo de La Roja y ahora viene el de las putas. De los vínculos emocionales más básicos de nuestra especie al sexo, el gobierno de Mandanga se mueve divinamente en el complejo arte musical del divertimento y en el de las maniobras orquestales. Reconozco lo que es de ley: son unos maestros a la hora de tejer cortinas de humo. Si no es que un titular desbanque a otro, ya me dirán a santo de qué al final del Debate de la Nación Casper de la Moncloa rice el rizo de las prioridades y suelte, como él que no quiere la cosa: “mientras siga existiendo anuncios de contactos, se estará contribuyendo a la normalización de la explotación sexual”. O es un idiota sin remedio o es más listo que el hambre o en el equipo del gobierno hay un elemento que podría hacerle sombra al mismísimo Dr. No, en cuanto a esbozar ideas diabólicas. Por hacer un símil más acorde con el tema en cuestión: ante la duda la más tetuda.

Pero en esto de perseguir, abolir y prohibir la prostitución, los dos partidos prescindibles son iguales de hipócritas, ya lo disfracen de lucha contra el pecado de la carne o de dignidad de la mujer. Se olvidan que el fundamento de las normas morales está en la propia conciencia del ser, y éste alcanza la madurez cuando percibe que las normas no se las imponen desde el exterior, sino que están asentadas en su corazón (en esto de ser páter sólo admito al Sr. Pascal Vankaren, y a veces me cuesta). Para apreciar este olvido, no hay nada más que ver las meretrices disfrazadas de diputadas que asientan sus culos en el hemiciclo. O es qué a estas alturas vamos a ser como los del siglo XVIII, que admiraban a las cortesanas y despreciaban a las que malvivían en los quicios de las mancebías. ¿Díganme, es más zorrón el que vende su cuerpo por dinero que el que lo vende por medrar, con el consiguiente aumento de sus bienes y posición?

Mandanga es un pueblo y nos sabemos la vida de todos; cuando veo, escucho o leo una declaración de alguno de nuestros ensalzados dignatarios, poseedores de un gran cuajo moral, no puedo evitar cantar la estrofa de Vetusta Morla: “hoy la puta se viste de rey, nadie le cree, nadie se lo cree”.

1 comentario: